El árbol incipiente
es una palabra partida
que deja, que va dejando atrás la sal.
Huellas contradictorias,
voces en el agua.
Podría ser el recuerdo
que mueve un paraíso de olas.
Podría, podría ser también tu luz
o tu tacto naufrago y ensimismado,
que esbozando un corazón,
se vuelve azul
desde cualquier orilla.
Gracias por tu poema, Marta Molina Naranjo